Cine y misterio: Crítica sobre el film: "NIÑOS DEL HOMBRE"

¿Realidad o Ficción?

Por Paco Pulido Spelucin

Parece que el documental “Una verdad Incómoda”, describiendo la desintegración de los recursos naturales, narrada por el ex-vicepresidente Al Gore, fuera la base y la materia prima para la realización de Niños del hombre, escrita y dirigida por el talentoso mexicano Alfonso Cuarón.

Esta película futurista, ambientada en el 2027 en Londres, muestra a una civilización al borde de la aniquilación y exterminio, pero esto a causa de la imposibilidad de las mujeres de quedar embarazadas.

La relación entre “Una verdad Incómoda” y Niños del hombre es bastante clara y se muestra así durante toda la cinta. Todo es resultado de la irresponsabilidad del hombre frente a la naturaleza y la ignorancia de la utilización de elementos perniciosos sin prever el futuro ni la regeneración de recursos naturales. Al menos así lo retrata el director, sea o no sea verdad.

Si entramos al mundo generado por Cuarón, y nos dejamos llevar por su realismo y “documentalismo”, percibimos una visible denuncia al abandono de defender el planeta y la xenofobia arraigada en los ingleses al ser la capital del mundo denigrando a los ilegales y deportados.

Theo (Clive Owen) es un abogado que en sus buenos años fue un activista revolucionario. Este personaje es abordado por unos militantes de la resistencia “Fisher” de la cual, su ex – esposa Julian (Julianne Moore) es líder. Theo se resiste a participar con ellos, pero su determinación ferviente y pasional con la causa, nace cuando conoce a Kee (Clare-Hope Ashitey), una joven africana que lleva en su vientre el primer niño en 20 años de “sequía natal“, porque en el 2027 las mujeres ya no pueden tener hijos.

Alfonso Cuarón, director exitoso de “Y tu mamá también” y “El prisionero de Azkaban (Harry Potter)”, atrapa al espectador con su sugerente dirección de cámara, utilizando planos-secuencia y cámara en mano para realzar esa sensación de miedo, violencia, desesperación y acción desenfrenada.

Muchos momentos memorables y entrañables encontramos durante los 109 minutos que dura la película. Eternos movimientos que parecen nunca acabar y sigilosa atmósfera nos condensa para sudar frío cuando por ejemplo, persiguen a Theo, Julian, Kee y Miriam (Pam Ferris) en moto y de pronto, a causa de la violenta acción de Julian abriendo la puerta del auto, los motociclistas caen de manera aparatosa en frente de nuestros ojos, sin poder creer la verosimilitud de la escena.

Otro momento indiscutible que permanecerá en la mente de los espectadores, es sin duda alguna, una de las escenas finales en donde Kee, la joven embarazada que para este momento ya dio a luz, y Theo, muy mal herido, bajan las escaleras de un edificio destruido en medio de militares y exiliados, estos se muestran perplejos y asombrados sobre la presencia de un niño.

Y sin dejarnos respirar, ni tomar aliento, después de este largo y eterno recorrido entre escombros de un edificio inestable por las continuas bombas, los militares y los rebeldes continúan el enfrentamiento sin ninguna redención ni reflexión acerca del niño y sus custodios. Chocante, extremo e inolvidable.

Las actuaciones sorprendentes. Clive Owen toma la batuta y releva a Julian Moore en las primeras escenas. Julian como siempre hermosa, pero a su vez muy centrada y técnica, sin dejar que esto interrumpa su pasión y entrega al personaje. Owen es verosímil, prudente, parco y arriesgado. Muestra a su personaje con lamentos, sentimientos inherentes de dolor, angustia y fe. Un reparto certero y sutil.

Otro personaje inolvidable es el guardia Syd (Peter Mellen). Su despersonalizada forma de hablar (refiriéndose a él mismo siempre en “tercera persona”) causa gracia y caemos en su noble carácter. Pero cuando se ve envuelto en medio de una oportunidad, sus valores desgastados por la guerra lo hacen cambiar y querer ganar a toda costa dicha disputa.

No olvidar al imprescindible Michael Cane como Jasper, co-protagonista. Su personalidad hippie y su amor por su esposa paralítica, junto con su buen humor y un sentido abierto y positivo de la realidad del mundo, forman un elemento importante e indispensable en la película.

La fotografía está a cargo del maestro Emmanuel Lubezki, mexicano y con quien Cuarón ya había trabajado antes en “Y tu mamá también”. La atmósfera con que juega Lubezki en Niños del Hombre es gris, verde oscura, llena de humo, tierra, y con ciertas escena fugaces de claridad como el día en que Theo, Kee y Miriam escapan junto con el alba.

Niños del Hombre basada en una novela de P.D.James, es una producción anglo-americana, con temática mundial. La desesperanza, los problemas ambientales y el racismo es pan de cada día. Cuarón nos muestra una ficción que no está lejos de la realidad. Tomar conciencia no es difícil. Lo difícil es hacer acciones que nos lleven a tener un mundo mejor, con posibilidades de supervivencia para lo próxima generación. Una reflexión que no sólo la digo yo, la dice la cinta con cada fotograma.

Escríbeme a: pacopulidospelucin@gmail.com

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